jueves, 7 de julio de 2011

Pasaron otras cosas

 


Pasaron muchas cosas. Yo intentaba quedarme, me decía: No seas tonto. Pero la  vida estaba ahí, haciendo señas siempre, aparecía en los lugares, las miradas, las calles.

Me fascinó el misterio que envolvía las historias, el vuelo impredecible de imaginar las cosas  y estar “así de poquito” de entender qué pasaba.

Me dediqué a cavar fosas para algunos afectos y dar agua a los imposibles, por ver si daban fruto, dejaban  algo a cambio, o nada más estaban.

Me perdí muchas veces y regresé otras tantas. Me cansé en muchas formas pero siempre soñaba.

La cínica esperanza renacía a cada paso, como si fuera un cumpleaños o un alimento diario que prometía ser mejor. 

La vida es esforzarse, pero las formas que inventaba de descubrir yo mismo: el impulso, la causa, la verdad, no eran.

Debí haberme quedado escuchando a los otros, encontrar las razones más simples para trepar por ellas, igual que hicieron todos, y no quedarme solo con el mismterio a cuestas. 









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Caracol tan lejos.



¿Qué estás haciendo aquí ?

Qué no habíamos quedado

en no hacer apariciones sin

antes  de ver el fondo, abrazar

la marea, escuchar tu sonido

y  preguntar por mí.









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              El pan de cada noche




En la ciudad que se forma

al fondo de un caracol,

hay un sinfín de calles

donde las prostitutas

son las hijas consentidas

de Dios.


Por eso  la luna  sale

exclusivamente

a repartirles besos 

en la frente, y es  porque

el padre está  contento

de que puedan ganarse

el pan  de cada noche.






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              Palabra sola



               Palabra sola

               sin rescate posible.

              Mujer  que envejece

              en caracol – castillo

              sin que nadi escuche,

              sin saber su sonido.





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