jueves, 31 de marzo de 2011

Antigua

 

La ausencia de mujer,
la niebla, los colores,
la ruina de otras ruinas
y un musgo en el adobe.

Nadie está aquí ni lejos,
somos una humedad del
tiempo.







Antigua, Guatemala









Luz Roja

  

Amo a una Bogotá abrupta con olor semen y petróleo
importado, y es que me la colgué del brazo y me enseñó
a caminar por cualquier calle.

Me sedujo el cabello largo de la  prostituta y el miedo
en un lugar de quinta, la coca, la mona y la sospecha.

Lancé miradas de entendimiento a todos los gamines
 y temí encontrar mi foto, ya muerto, en “El Bogotano”.

Alquilé un cuarto arriba de un billar de mala muerte,
saludé al contrabando, no temí a los  soldados,
pero no soporté  a la iglesia.




Santa Fe de Bogotá  1974  

Mi sueño capitán

 
Suelo abordar un barco
donde mi sueño es  capitán
que convirtió a las historias en
esclavos y los obliga a remar

El lastre de las culpas se tiran
por la borda a diario y  quedan
depositadas en el fondo.

El universo se reparte a gajos
en cubierta, y una estrella distante
calma la sed de imaginar.

Con abandono a favor y nostalgia
en contra,  el capitán navega y el
mar me es accesorio.





Buenos Aires. 1975



Entre Barcos


                                             A Claudio
En el puerto que imaginas,
 los barcos son de papel
y se deshacen, en mi dolor
de fuente las palabras también.

En los parque me acerco
a las conversaciones
de otros niños, pero vuelan
como palomas asustadas.

Te extraño por las tardes y
pienso en un poema, pero
que va entender la gente
de escribir con colores o
dibujar tu nombre al revés
con rayas grandes.

 De tu porvenir doblado por
manos inexpertas, o el estar
anclado en Buenos Aires
entre barcos reales.

Buenos Aires. 1975

Milonga propia

 

 

No me hagás poner los acentos
fuera de lugar, ni me hablés más
de recordar.  Largá  nomás...

Háblame del puerto, el boliche
o el negro, pero no me digás
que no puedo ser barco o silvido
porque no soy porteño.







Buenos Aires. 1975

Caléndulas


Era un atardecer redondo
de veinte soles en la mesa,
sobre el florero, amontonada,
una intención naranja

Qué son,  pregunté... Caléndulas,
gritó ella desde la cocina.

En el cielo, florero boca abajo,
algo empezó a incendiarse...
caléndulas, recordé, sobre
sobre la mesa del Gran Buenos Aires.





Buenos Aires. 1975







Caracol antiguo

 

No es posible
que por buscar
consuelo,
sujete mis propias
conclusiones
a la sensibilidad
etérea de tus 
presentimientos,
pensó el caracol frente a mí,
 sobre
la mesa.







Ciudad de México 1970.


 

La antigua vocación



Aparece el fantasma
de lo nuevo y la mano
conserva, todavía, su 
antigua vocación.

Enemiga es la luz, la prisa
una suicida, reina el espasmo
y aguarda el deseo, después de
su silencio, un nuevo vuelo








Ciudad de México  1970

Marina



Este navío que sin querer varó,
mano abierta y costillar de madera
a un lado tuyo, ha llegado con sus
distintas almas en total abstinencia:
ni agua dulce, recuerdo añejo, divisa
o bandera.

Por voluntad del mar, todo el pasado
es un lastre, pero tú misma una intención
aérea que vuelve inútil la condición de vela.

Mis orígenes se descubren en tu cuerpo.
 y las frases de amor buscan el viento,
de la misma manera que un hombre
 puede navegar, saber de cierto cuanto
abraza una ilusión, un  deseo que no
asegura nada, sino el impulso oportuno
de otro sueño.







Ciudad de México.  Agosto de 1980

Manos de seda



Cuando camino contigo una avenida,
mirando en cualquier aparador la señal
reflejada de mi mismo,
ávido avaro de momentos,  me guardo
la voz en el bolsillo.

Tu mano de carterista amorosa descubre
la pobreza de mi alma y tu silencio roba,
con una sonrisa, la voz que se oculta en
                   la ciudad prendida.

Cautivo

 

Porque
en un lugar
donde nada
tiene explicación,
el reencuentro
es ganancia,
la novedad
un lujo,
el nacimiento
una fecha,
la pregunta
un oficio,
el entendimiento
un hallazgo,
la imaginación
cárcel,
la cárcel
caracol,
y el caracol
etcétera.
 Ciudad de México 1970.