Cuando camino contigo una avenida,
mirando en cualquier aparador la señal
reflejada de mi mismo,
ávido avaro de momentos, me guardo
la voz en el bolsillo.
Tu mano de carterista amorosa descubre
la pobreza de mi alma y tu silencio roba,
con una sonrisa, la voz que se oculta en
la ciudad prendida.
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