Huésped
Enciendo un cigarro
y mi revolución personal
trasciende tres minutos
de humo inútil y pleno.
Miro el tiempo y me mira,
lo reto y me rebasa,
se mide y me lo gasto,
me gana y lo tiro,
me muerde y lo pateo.
Y es como u n ser querido
que no me comprende,
pero que permanece
con la cara lavada
en la puerta del baño.
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