lunes, 4 de abril de 2011

Tres poemas y mar

Brincando la cuerda



Tres niños juegan a brincar
la cuerda en cada ola,
y parece  que el mar
se ha puesto amable.
No es el mismo de los días
anteriores, tan violento,
tan serio.

Mi alma se contenta de verlo
y es como un mar de infancia
con un sol a la izquierda,
pintado de naranja y arriba
 una sola nube con un fondo
azul intenso..

Terminó de enojarse y le llegó la calma.

Corren los niños hacia atrás y
pienso que tu amor mañanero,
su posesión de ti, hacen
que el mar se vuelva bueno.

Y luego pienso que no,
que eso sería el poema.
Yo sólo veo un mar de infancia
con colores naranja
y un cielo azul intenso.

Entonces hago lo que yo quiero,
me quito los zapatos y bajo
a brincar la cuerda con los niños.

Eso es todo.





                                                Mazatlán, Sinaloa. México. 1997.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hoy no



Hoy ni de broma entro al mar,
estoy cansado,
resentido con él, como si fuera
una mujer a la que tiene que verse
a diario.
Estoy lastimado por tanto espacio,
tal tamaño, que vuelve y vuelve
a recordar mi pena.
Hoy camino por calles internas y lo evito.
El lunes de madrugada, volveré como
siempre,
“Padre nuestro...” y brazada,
“que estás en los cielos”....y otra brazada,
hasta agotarme.





Mazatlán, Sinaloa. México. 1997

 

Una emergencia azul



Dice mi amigo el marino,
que el océano Atlántico
es, en su mitad, siempre
verde.
Yo no lo sé de cierto.
Si quisiera decir cuantas
veces lo he imaginado,
si dejara de oírlo,
si no volviera a verlo,
si quisiera decirle algo,
pensaría en azul.
Si  quiere despedirse,
si sabe que me fui,
si quiere estar conmigo,
sólo diga azul.



Mazatlán, Sinaloa. México. 1997.


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